krakow, cracovia

Cracovia, tierra de leyendas


Cracovia es probablemente una de las ciudades más bellas de Europa. Esto es, en parte, gracias a que los nazis no destruyeron la ciudad, justo lo contrario de lo que ocurrió en otras ciudades polacas como Varsovia. Es una ciudad que rebosa historia y además es donde se grabó la película La lista de Schindler. Hay unas escenas en la película que ocurren en el gueto judío pero que en realidad no se grabaron en esa zona porque ya se había modernizado.
En su lugar se rodaron en el barrio judío, que era un barrio en el que nadie quería vivir y que no había cambiado desde los años 40. Eso sí, a partir de la película se convirtió en un barrio de moda.

Una de las primeras cosas que llaman la atención al llegar a la Plaza del Mercado, que es la plaza más importante de Cracovia, es la Basílica de Santa María. Pero no por la basílica en sí misma sino porque a una de sus torres le falta un cacho. En realidad no le falta nada, es que las torres son desiguales y una es más alta que otra.
Porque cuenta la leyenda que la burguesía de la ciudad encargó a dos hermanos que levantaran una iglesia con dos torres gemelas, pero estos empezaron a competir por ver quien hacía la torre más alta y más bonita.
El hermano mayor empezó a darse más prisa y eso al pequeño no le hizo ninguna gracia por lo que lo mató y arrojó su cuerpo al río. Así él consiguió hacer la torre más alta, pero al final le pudo la culpa y después de confesar, se suicidó.

 

Pero esa no es la única leyenda de la iglesia. En la torre más alta se dice que en el siglo XIII vivía un guardián que avisó con su trompeta de la invasión tártara, y siguió tocando mientras luchaban hasta que una flecha le atravesó el cuello, por lo que la música paró en seco. Hoy en día se puede ver al trompetista tocando la canción, que se corta de repente, en honor a ese vigilante.

 

Y aún hay más leyendas en esta Plaza del Mercado, porque si hay algo de lo que está llena es de palomas. Lo que cuenta la leyenda en este caso es que Enrique IV decidió invadir Cracovia en el siglo XII aprovechando que había muerto el príncipe local. Y lo consiguió. Pero se quedó sin dinero, claro. Así que la burguesía de la zona le recomendó que le hiciera una visita a la bruja Marckanna y esta le ofreció un trato: si le entregaba a sus mejores caballeros esta le proporcionaría oro. Y el rey, pues ni corto ni perezoso, aceptó. A la mañana siguiente, todo seguía exactamente igual excepto por la pequeña diferencia de que todos sus caballeros se habían convertido en palomas. Eso sí, cobrar, cobró. Y después se fue a visitar al Papa, y ahí siguen las palomas, esperando a que vuelva su rey.

Antes hemos dicho que Cracovia salió muy bien parada durante la Segunda Guerra Mundial y sobre esto, por supuesto, también hay una leyenda.
La ciudad se salvó porque en ella cayó una de las siete piedras mágicas que existen en el mundo, y esto la convierte en un centro de energía sobrenatural que está protegido contra los desastres.

Y para acabar, dragones.
En Cracovia hay una colina, que se llama Wawel, y debajo de ella está la cueva del dragón. La leyenda dice que, hace mucho tiempo, el príncipe Kraus levantó un castillo en ese lugar sin darse cuenta de que había un dragón rondando por ahí.
Para vencerlo decidió embadurnar a una de las ovejas con azufre, y cuando el dragón se la tragó el estómago le empezó a arder hasta que estalló en fuegos artificiales.

 

 

 

 

Cracovia, tierra de leyendas

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