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Las Vegas, el paraíso en medio del desierto

La mejor forma de visitar esta ciudad es con la mente lo más abierta posible. No como Raul Duke en la película “Miedo y asco en las Vegas”. Como anticipo, llegar a la ciudad de noche y en avión no tiene desperdicio: Después de atravesar el inmenso desierto de Mojave, de repente surgen de la nada las luces de la montaña rusa más deslumbrante jamás concebida.

 

Una vez en tierra, la animación que se vive en las calles de la ciudad es frenética, aunque a la luz del día los casinos muestran un aspecto un tanto hortera y de mal gusto. Las Vegas es, literalmente una ciudad explosiva, y no solo por el próximo campo de pruebas nucleares que van a abrir muy cerca de allí. Además presenta el índice de crecimiento demográfico más elevado de todo el país, con apenas un escaso 6% de su población nacida en la propia ciudad. Hace setenta años, las Vegas era una modesta población de ocho mil habitantes surgida en torno a una estación de tren. El punto de inflexión fue la decisión del gobierno de la nación de represar las aguas del Hoover y construir una base aérea de las fuerzas armadas, con lo que surgió la necesidad de crear las correspondientes infraestructuras de ocio y diversión para todo el personal.
Las autoridades del estado de Nevada legalizaron los casinos, y a finales de la década de 1940, los contrabandistas de licores y los gángsters irrumpieron en la ciudad de la mano de Bugsy Siegel, cuyo hotel Flamingo marcó toda una época de luces de neón y terciopelo afelpado. Las Vegas estaba lista para la fiesta y los Rat Pack no tardaron en llegar. Rat pack era el nombre con el que se conocía a cinco compañeros de andanzas allá por la década de 1950: Sinatra, Dean Martin, Joel Bishop escribieron varias páginas de la historia de las Vegas. A finales de la década de 1960, Howar Hughes había fijado su residencia en Desert Inn, y Elvis en el Hilton. Gente peligrosa en un entorno peligroso. Y ¿A que no sabéis quien fue la inventora de este nombre?. Pues la famosa e inocente niña del Mago de Oz quien al ver a los 5 con una borrachera importante les dijo: “Parecéis un maldito grupo de ratas”.

 

Los excesos de otros tiempos son ya cosa del pasado y ahora la ciudad centra sus esfuerzos en convertirse en un espacio de ocio familiar. Mientras, los casinos, que toman sus nombres de los primeros recintos temáticos (Circus Circus y Caesar´s Palace en la década de 1960) no dejan de crecer y el perfil surrealista del Venetian, el Paris o el New York han marcado definitivamente los horizontes de la ciudad. Tan sólo la mirada perdida de los inocentes turistas es la misma de siempre; el resto de Las Vegas que rememora las antiguas glorias es ya cosa del pasado, salvo algún que otro destello esporádico, como las luces de neón del Stardust.

Más allá del entretenimiento y el juego, también hay atisbos de cultura y algunos edificios notables como la Clark County Library, de estilo neoclásico. Pero sigue siendo el lugar del mundo donde casarse de inmediato es posible en las múltiples capillas de la ciudad, en algunos casos incluso sin ni siquiera salir del coche. Aquí es posible todo, incluso que esta ciudad es la única hermanada con Baden, de la archienemiga Cuba.

 

 

 

 

 

 

 

Las Vegas, el paraíso en medio del desierto

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